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«Los aing-tii tienen una visión diferente sobre la Fuerza. No en términos de Jedi o Jedi Oscuros—de negro y blanco, por así decirlo—sino de una forma que me gusta pensar es como un arcoíris de todos colores.»
Jorj Car'das[4]

Los aing-tii eran una reservada especie de monjes alienígenas que residían cerca de la Falla Kathol. Originarios de un mundo desconocido dentro de la Falla, muchas de las especies de esa zona eran sensibles a la Fuerza, aunque sólo los aing-tii salían de su planeta, viajando por la Falla en enormes naves espaciales orgánicas y usando armas avanzadas para destruir a aquellos que se les oponían. Los aing-tii eran muy aislados, y a menudo usaban la violencia para disuadir a otros de meterse demasiado en sus asuntos, aunque un reporte basado en una nave aing-tii estrellada le dio a la galaxia algunos detalles sobre su cultura. Su sistema de creencias sostenía que todos los eventos no eran necesariamente predeterminados, sino "guiados". Al contrario de los Jedi o los Sith, los aing-tii creían que la Fuerza no tenía un lado oscuro y uno luminoso, sino que tenía muchos colores, como un arcoíris.

Los aing-tii sólo salían de sus territorios para atacar a los esclavistas, pues creían que la esclavitud era una gran maldad y eran implacables al perseguir a aquellos que se beneficiaban de ella. La Orden Jedi supo de la existencia de los aing-tii en algún momento, y varios años antes de la Batalla de Yavin el Maestro Jedi Yoda envió al contrabandista Jorj Car'das con los monjes para que lo sanaran. Car'das pasó muchos años con los aing-tii, y sus reportes sobre ellos eventualmente llegaron a los archivos de la Nueva Orden Jedi. Jacen Solo pasó varios meses aprendiendo de los aing-tii después de la Guerra Yuuzhan Vong; sus reportes y los de Car'das fueron compilados por Tionne Solusar y se imprimieron después del 130 DBY, aunque Solo mantuvo en secreto muchas cosas que aprendió de los monjes.

Biología y apariencia[]

Aing-TiiKO

Un grupo de aing-tii.

Los aing-tii eran una especie mamífera desdentada, con dos metros de altura en promedio. Eran bípedos, sus piernas terminaban en pies con garras y tenían dos brazos largos y delgados con manos de dos dedos. Sus cuerpos estaban totalmente cubiertos de placas óseas protectoras, que se extendían más allá de sus cuellos y hacia sus cabezas, como un casco protector. Los aing-tii tenían cabezas pequeñas que sobresalían perpendicularmente de su pecho, con dos grandes ojos y una serie de lenguas largas y delgadas que se extendían medio metro más allá de sus bocas. Cada aing-tii tenía una cola larga y prensil, que usaban como forma de defensa. Los aing-tii tenían tatuajes que les cubrían el cuerpo, aunque los patrones eran específicos para cada aing-tii. Los aing-tii no se comunicaban verbalmente y eran incapaces de producir sonidos, así que se comunicaban al saborearse, olerse y tocarse entre ellos con sus seis largas lenguas verdes.[1]

Sociedad y cultura[]

«Los aing-tii tienen un entendimiento sobre la Fuerza, pero es diferente que el entendimiento de los Jedi. O tal vez es simplemente un aspecto diferente de la Fuerza con el que se relacionan. No estoy seguro de cual.»
Jorj Car'das[4]

Los aing-tii eran nativos de un planeta no identificado localizado en algún lugar de la Falla Kathol, una peligrosa área del espacio, aunque para la época del Imperio Galáctico ya habían desarrollado el viaje espacial y muchos vivían en sus naves espaciales semi-orgánicas. La mayoría de los aing-tii nunca salía de su mundo natal, y nunca se encontraban con miembros de otras especies. Aquellos que sí lo hacían—llamados comúnmente monjes guerreros aing-tii—eran muy xenofóbicos y reclusos, y con frecuencia atacaban a aquellos que intentaban saber más sobre ellos. Aunque la mayoría de los aspectos de la cultura aing-tii no eran conocidos para el resto de la galaxia, estaba documentado que todos los aing-tii vistos fuera de su planeta eran sensibles a la Fuerza. Ellos creían que sus talentos de la Fuerza eran regalos de sus deidades, "Aquellos que Habitan Más Allá del Velo", aunque generalmente preferían no usar la Fuerza a menos que fuera necesario. Consideraban a la Fuerza como sagrada, algo con lo que no debían de entrometerse. Los monjes pasaban toda su vida realizando varias tareas para sus dioses, viajando por la peligrosa Falla Kathol—que también consideraban un lugar sagrado—llevando a cabo peregrinaciones con la esperanza de que recibirían "una respuesta" de ellos.[1]

Los monjes en ocasiones sí usaban la Fuerza, generalmente para dar energía a sus cavernosas naves. Los aing-tii tenían un punto de vista sobre la Fuerza diferente al de otros usuarios de la Fuerza, pues creían que incluso alguien que no fuera sensible a la Fuerza podía manipularla para aprovecharla. Aunque evitaban usar estos "regalos", los monjes podían mover un objeto instantáneamente—desde cosas pequeñas hasta naves de 300 metros—de un lugar a otro, una habilidad que no dominaban los Jedi o los Sith más poderosos. Los aing-tii también creían que, si bien la vida no estaba predeterminada, todo estaba de alguna manera guiado por la Fuerza. Al contrario de los Jedi o los Sith, los monjes guerreros no creían en los lados luminoso y oscuro de la Fuerza, pues creían que la Fuerza tenía muchos aspectos diferentes.[4]

Los monjes también podían usar muchos otros poderes de la Fuerza, uno de los cuales era conocido como caminar en la corriente. Los practicantes habilidosos de esta técnica podían trascender el mismo tiempo, al rendir sus emociones a la Fuerza y centrarse en su corriente. Los aing-tii podían así caminar en la corriente para observar eventos en el pasado o el futuro,[5] siempre y cuando supieran el lugar donde el evento ocurrió u ocurriría.[6] Sin embargo, al permitir que sus sentimientos de desapego se desvanecieran, y al permitir que volvieran sus conciencias emocionales, los practicantes podían imponer eventos sobre el paso del tiempo y comenzar a influir y cambiar los acontecimientos.[5][6] El cambio sólo era posible hasta cierto punto; la misma Fuerza no podía ser alterada sustancialmente, y se aseguraba de que los eventos continuaran como estaban predestinados a hacerlo.[7] Al manipular el tejido mismo del tiempo, caminar en la corriente era una habilidad compleja y esotérica, y permaneció como un secreto poco conocido de los aing-tii.[5]

Los aing-tii albergaban un odio profundo hacia la esclavitud, y con frecuencia atacaban a los eslavistas que vagaban por el Sector Kathol. Debido al poderío tan grande de su tecnología, los aing-tii viajaban en grupos de tres a cinco naves, embistiendo a las naves que albergaban esclavos y destruyendo a las naves esclavistas que no llevaran esclavos. Pocos se daban cuenta de esto, pensando que los ataques de los monjes eran al azar,[1] aunque aquellos que trataban con los aing-tii pronto se daban cuenta de este odio.[4] Aunque eran rápidos para responder las súplicas de los residentes del Sector Kathol, los aing-tii no socializaban con otros y desalentaban todos los intentos de extraños de meterse en sus asuntos. Sí permitían que se supiera poca información sobre ellos, aunque sólo para asustar a aquellos que buscaran aprender más.[1]

Tecnología[]

«Su motor estelar es considerablemente diferente del nuestro. Como podrán haber notado durante la batalla. En vez de usar el viaje hiperespacial normal, sus naves son capaces de hacer un salto instantáneo a cualquier punto que deseen.»
Jorj Car'das[4]
Aing-TiiSanhedrim

Una nave Sanhedrim aing-tii.

Los aing-tii desarrollaron una forma de tecnología semi orgánica al principio de su historia, usándola para construir naves masivas para 100 personas. Estos navíos, llamados naves Sanhedrim, tenían más de 300 metros de largo y eran usados por los guerreros de los aing-tii para ir en peregrinaciones dentro de la Falla Kathol, para atacar esclavistas y responder a cualquier llamada de auxilio de los habitantes del Sector Kathol. Cada Sanhedrim era única, con numerosos símbolos pintados en sus cascos y docenas de puertos de escape y cápsulas impulsoras que sobresalían de lugares aleatorios del casco de la nave.las Sanhedrim tenían forma ovoide y estaban cubiertas de placas acorazadas, como los mismos aing-tii. Las Sanhedrims tenían armamento que, comparado con el usado por la República Galáctica o el Imperio Galáctico, era extremadamente avanzado y mortal. Más de sesenta artilleros en cada nave usaban generadores de redes de energía y proyectores de null-burst para destruir naves enemigas con facilidad, aunque en ocasiones los aing-tii preferían embestir a otras naves. Los monjes también tenían armas no letales que usaban para disuadir a quienes mostraban interés en ellos; estas misteriosas armas alteraban la percepción del tiempo en la víctima, permitiendo que los aing-tii escaparan. Las naves usualmente viajaban en grupos de tres o cuatro, aunque no era raro que una nave vagara por sí sola.[1] Las Sanhedrims también podían evitar ser detectadas por los sensores de otras naves.[8]

Se reportaba que los aing-tii tenían una especie de conexión simbiótica con las naves en que servían, aunque se desconoce la extensión de este lazo. Los aing-tii desarrollaron un método para moverse de un destino a otro, que sólo los monjes podían comprender del todo. Usaban la Fuerza en conjunción con su tecnología única para mover instantáneamente sus naves de un lugar a otro.[2] Fue esta tecnología, combinada con su habilidad natural como navegadores, lo que les permitía viajar sin complicaciones a través de la Falla Kathol.[1]

La otra pieza de tecnología aing-tii conocida era el palo de aturdimiento Vor'cha, que parecían ser varas de madera envueltas en cables, que daban poderosas descargas de energía y dejaban inconscientes a sus víctimas.[1] Los Vor'cha podían penetrar armaduras y electrocutar a sus víctimas sin importar lo que estuvieran vistiendo.[9]

Historia[]

Los habitantes de la galaxia sabían muy poco de la historia temprana de los aing-tii, y por siglos su existencia fue conocida sólo para unos pocos que los habían visto personalmente. Su naturaleza aislada significaba que raramente interactuaban con los otros habitantes de la Falla, y las únicas veces que lo hacían era para atacar esclavistas o responder a súplicas de ayuda.[1] Sus poderes le provocaron curiosidad a muchos espaciales, que hicieron varios intentos por aprender más de los monjes. Un grupo no identificado pudo esconder un micro droide de espionaje en una nave aing-tii durante la época de la República, que le dio a la galaxia las primeras imágenes de los aing-tii. Este intento fue detenido eventualmente por los monjes, aunque por este mismo periodo una nave aing-tii se estrelló en un mundo remoto, lo que le dio a los habitantes de la Falla Kathol mucha información de la especie y su tecnología. Sin embargo, la información sobre los monjes siempre fue escasa.[1]

La Orden Jedi ya sabía de los aing-tii para la época de la Gran Purga Jedi,[4] aunque los mismos aing-tii sentían indiferencia hacia los Jedi.[2] Algún tiempo antes de la Batalla de Yavin, el Maestro Jedi Yoda envió a los aing-tii a Jorj Car'das, un ex-contrabandista cuya salud estaba deteriorándose, para que los monjes lo sanaran. Los aing-tii aceptaron ayudar a Car'das, aunque sólo con la condición de que pasara su vida aprendiendo sus caminos. Aunque Car'das no era sensible a la Fuerza, aprendió sus habilidades y estudió con ellos por años. Ellos eventualmente le permitieron partir y vivir su vida en Exocron.[4]

Cerca del 8 DBY, los aing-tii comenzaron a buscar el Codex, un constructo piramidal hecho con antigua tecnología DarkStryder. Ellos consideraban sagrado al Codex, y su cultura dictaba que un aing-tii no podía tocar físicamente al Codex, que podía incrementar la habilidad de un individuo para usar la Fuerza. Ellos creían que era un remanente de "Aquellos que Habitan Más Allá del Velo", y que les permitiría contactar a esos seres misteriosos. Desesperados por conseguir el Codex, los monjes emboscaron a un navegador bien conocido llamado Makezh y borraron sus memorias. Le enseñaron subconscientemente cómo localizar y recuperar el Codex, pues él no estaba atado por sus costumbres. Los aing-tii tenían un conocimiento limitado de la psique humana, por lo que Makezh sufrió de un estado de leve demencia como resultado de su lavado de cerebro.[9]

Aing-Tii vs

Los aing-iii combatiendo fuerzas Imperiales en Demonsgate.

Makezh se unió a la nave de la Nueva República FarStar, y con ayuda de los aing-tii—que se habían enfrentado a un Star Destroyer clase Imperial II y a una corbeta CR90 llamada Lialic II[1] pudo recuperar el Codex y viajó a Demonsgate para dárselos. Soldados de asalto Imperiales y cazarrecompensas persiguieron a Makezh, aunque los aing-tii usaron sus Vor'cha para incapacitar a los soldados. Los aing-tii finalmente adquirieron al Codex, y en vez de pagarle a Makezh por todo lo que había pasado para obtener la reliquia, lo llevaron a su nave para estudiarlo, con muchos de los imperiales inconscientes. La tripulación de la FarStar, que había aceptado a Makezh como miembro, trató de negociar que los monjes lo soltaran, con la esperanza de rescatar a Makezh y robar el Codex.[9] Los aing-tii aparentemente destruyeron a la FarStar en represalia en algún momento, aunque hubo reportes encontrados sobre la nave; ya que la Nueva República trató de mantener en secreto la misión de la FarStar, los detalles sobre la misma fueron muy escasos.[10]

Más o menos al mismo tiempo, una anciana comerciante bith llamada Maddie Macatten realizó grandes esfuerzos para rastrear a los aing-tii y descubrir su mundo natal. Los monjes antes la habían liberado de esclavistas, y deseaba encontrarlos y agradecerles cara a cara. Macatten descubrió grandes cantidades de información correcta sobre los monjes, aunque como ella era tan anciana y muchos la consideraban demente, pocos dieron crédito a lo que decía. Los aing-tii también hicieron un enemigo en este periodo. El gobierno de Sapella le tenía rencor a los monjes después de que una de las Sanhedrim chocó con una de sus naves de defensa y la destruyó. Esto fue en realidad un accidente, aunque la gente de Sapella dijo que los aing-tii los había atacado a propósito.[1]

Jorj Car'das, el contrabandista cuya vida habían salvado los aing-tii, se mantuvo en contacto con los monjes y ocasionalmente les pedía favores. En el 19 DBY, los aing-tii atacaron una flota de esclavistas al mando de un rodiano llamado Rei'Kas, que estaba asaltando Exocron. Destruyeron a los esclavistas a petición de Car'das y transportaron a su aliado, Talon Karrde, a Bastion, en uno de los pocos viajes de los monjes lejos del Sector Kathol.[4] Después él le pidió a las naves aing-tii que lo llevaran a realizar varios asuntos.[8] Las naves aing-tii después fueron comparadas con las de los extra-galácticos yuuzhan vong después de que éstos asaltaron Obroa-skai en el 25 DBY.[11]

Al final de la Guerra Yuuzhan Vong en el 29 DBY, el Caballero Jedi Jacen Solo viajó a la Falla Kathol para estudiar con los monjes aing-tii. Aprendió mucho de ellos y, aunque para su partida los monjes habían llegado a considerar a Solo como un mal estudiante, sí le proporcionaron el conocimiento de caminar en la corriente, guiando e instruyendo al Caballero Jedi en el uso de esta habilidad tan intrincada.[5] Cuando Solo volvió con la Nueva Orden Jedi hizo un reporte sobre lo que había encontrado, que fue publicado por Tionne Solusar en su guía de la Fuerza.[2] Sin embargo, Solo mantuvo en secreto muchas cosas que había aprendido de los monjes,[5] y Karrde supo pocas cosas de boca de Car'das, por lo que los aing-tii siguieron siendo en gran medida desconocidos en la galaxia.[4]

En el 43.5 DBY Luke Skywalker y su hijo Ben viajaron a la Falla Kathol con la esperanza de aprender más sobre lo que había causado la caída de Jacen Solo al lado oscuro. Llegaron al mundo natal aing-tii y se encontraron con Tadar'Ro, enlace de los monjes con los extranjeros. Durante los días posteriores los aing-tii les enseñaron a los Skywalker las artes de caminar en la corriente y la teleportación de la Fuerza, y también los llevaron al Abrazo, una serie de cuevas y cavernas bajo la superficie del planeta donde los aing-tii guardaban sus objetos sagrados, que llamaban reliquias. A Luke se le permitió tocar el objeto llamado Codex, esperando que tuviera algún tipo de revelación. Si bien la reliquia no dio ninguna respuesta, Luke sí sintió una masa de energía oscura que creyó que se originaba en Las Fauces. Su visita a los aing-tii no tuvo muchos resultados, y los dos Skywalker salieron del planeta poco después.[3]

Entre bastidores[]

Aing-tii master

Un maestro de la Fuerza aing-tii.

Los aing-tii fueron creados para The DarkStryder Campaign, un suplemento del Star Wars: The Roleplaying Game de West End Games publicado en 1995. En el suplemento, a los gamemasters se les alentaba a presentar a los aing-tii como enemigos o aliados, y jugaron un rol recurrente en The DarkStryder Campaign. Timothy Zahn, que había estado involucrado en The DarkStryder Campaign, los reutilizó en su novela de 1998 Vision of the Future, proporcionando la primera aparición directa de los aing-tii. Desde Vision of the Future han sido mencionados en varias otras fuentes, como Agents of Chaos I: Hero's Trial de James Luceno, Nido Oscuro I: El Rey Unido de Troy Denning, la serie Legacy of the Force y Jedi vs. Sith: The Essential Guide to the Force. Son personajes de importancia en la novela Omen, la segunda de la serie Fate of the Jedi.

Apariciones[]

Fuentes[]

Notas y referencias[]

Enlaces externos[]

 La versión original de este artículo, o parte del mismo, fue traducida de Wookieepedia, ver autores
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